La carbonilla de los dedos logró ensuciarle los codos
Y de a momentos las tibias prisas que cargaba hacía unas horas,
Lo separaron del dibujo..
Caminó como ya sin inercia hasta el baño, solo 11 pasos, la casa era chica, y las horas ya estaban tardes.. Todos dormían
Se frenó automático buscando un poco de agua mientras miraba fijamente su reflejo un tanto atontado por las horas de paz que venía dejando, encontró una cicatriz..
Una sobre la otra, como formando una cruz..
(Por cierto, él ya tenía una)
Una bella e incierta herida de aparecer mas bien nostálgico se le prendió debajo del índice después del primer día que amaneció sin ella..
Después de los colectivos, después de las piedras en el río, después de perderse en los bosques anaranjados..
Lloró aquella tarde de febrero y se durmió sobre una lágrima
La muchacha simplemente pegó su mano al vidrio y terminó de concederle el deseo en la ultima mirada..
Lo hizo artesano y lo incitó a pintar su alma, como si fuese el espejo de otras..
Hasta ayer él amaba su cicatriz, la llevaba suave y creía en ella cada vez que sus trazos abrían sus ojos de lluvia..
Lo hacía sensible, anclador de las expresiones de la noche..
Esta vez, sin querer se había dormido sobre la madera que pintaba, una figura espléndida sobresalía de la sombra de su rostro apoyado..
Ella se adueño del lápiz, y con esfuerzos silenciosos logró dedicarle una cicatriz que curara a la suya
La pintó enredada entre las líneas de la mano..
Le devolvió su instrumento, y lo acarició envolviendo su mejilla con su pollera..
Sabía que su vida dependía de sus caricias..
El ruido de los perros afuera ante otros, lo despertó..
Caminó como ya sin inercia hasta el baño, solo 11 pasos, la casa era chica, y las horas ya estaban tardes.. Todos dormían
Se durmió después de todo lo que poco entendió,
y despertó sin cicatrices..
Las buscaba de ratos en sus manos, y en todo el cuerpo
Mientras terminaba de pintar entre cafés, su mujer de nieve..
Esa mañana estaba inmenso por alguna razón,
Esa mañana decidió no firmar su dibujo con el nombre de ella..
Firmó con el suyo.
ella, al fin sonreía..
Y de a momentos las tibias prisas que cargaba hacía unas horas,
Lo separaron del dibujo..
Caminó como ya sin inercia hasta el baño, solo 11 pasos, la casa era chica, y las horas ya estaban tardes.. Todos dormían
Se frenó automático buscando un poco de agua mientras miraba fijamente su reflejo un tanto atontado por las horas de paz que venía dejando, encontró una cicatriz..
Una sobre la otra, como formando una cruz..
(Por cierto, él ya tenía una)
Una bella e incierta herida de aparecer mas bien nostálgico se le prendió debajo del índice después del primer día que amaneció sin ella..
Después de los colectivos, después de las piedras en el río, después de perderse en los bosques anaranjados..
Lloró aquella tarde de febrero y se durmió sobre una lágrima
La muchacha simplemente pegó su mano al vidrio y terminó de concederle el deseo en la ultima mirada..
Lo hizo artesano y lo incitó a pintar su alma, como si fuese el espejo de otras..
Hasta ayer él amaba su cicatriz, la llevaba suave y creía en ella cada vez que sus trazos abrían sus ojos de lluvia..
Lo hacía sensible, anclador de las expresiones de la noche..
Esta vez, sin querer se había dormido sobre la madera que pintaba, una figura espléndida sobresalía de la sombra de su rostro apoyado..
Ella se adueño del lápiz, y con esfuerzos silenciosos logró dedicarle una cicatriz que curara a la suya
La pintó enredada entre las líneas de la mano..
Le devolvió su instrumento, y lo acarició envolviendo su mejilla con su pollera..
Sabía que su vida dependía de sus caricias..
El ruido de los perros afuera ante otros, lo despertó..
Caminó como ya sin inercia hasta el baño, solo 11 pasos, la casa era chica, y las horas ya estaban tardes.. Todos dormían
Se durmió después de todo lo que poco entendió,
y despertó sin cicatrices..
Las buscaba de ratos en sus manos, y en todo el cuerpo
Mientras terminaba de pintar entre cafés, su mujer de nieve..
Esa mañana estaba inmenso por alguna razón,
Esa mañana decidió no firmar su dibujo con el nombre de ella..
Firmó con el suyo.
ella, al fin sonreía..
3 comentarios:
artesano te imagino
y ella ha de ser la escultura
hoy los abrazos escasean
y mis huesos si que los necesitan
ya pasara ya pasara.
me encantó, Buho... es esa magia de la empatía por ponerle algún nombre, de la mano presente o invisible pero que igualmente se deja sentir, necesita ser sentida. es ese trascender lo que es una o es el otro y ser una unidad, con las aristas particulares bien marcadas, con la complicidad, la incondicionalidad, con el ser y el estar en uno y para/por el otro. como si supiéramos que ese otro, también, es uno mismo.
besos!
Sonrisas de carbón, este nombre si me gusta mucho...
Bello ver que seguis escribiendo y reinventandote. Siempre tan ligero...
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